Hace días intento escribir sobre el túnel. Amagues vanos hasta detenerme en el punto exacto: debía mirar hacia dentro. Era necesario recorrer una vez, o muchas, espacios de silencios, sonidos que retumban, sombras que titilan y luces de emociones …
Sí, los túneles se asemejan a algunos caminos emocionales internos.
El primer túnel que recorrí fue en viaje de vacaciones familiares y lleno de las explicaciones claras y seguras de mi padre que nos contaba cómo fue construido el famoso Túnel Subfluvial (1), mientras mamá creaba una canción alusiva. Fascinación total y por ósmosis espiritual-emocional quedé sellada con el rótulo de: el túnel es un pasaje subterráneo seguro, iluminado, confortable y confiable. Esta óptica auspiciosa continúa marcando la confianza con la que ingreso a los laberintos internos: sé que hay solución.
¡Y como son las vueltas de la vida!, desde hace unos meses en esta Andalucía que me anda por las venas, me deparó con muchos túneles. Me seducen y los recorro. Y también camino por mi adentro. Me vuelvo a encontrar con nuevos nacimientos de mi misma, en esta tierra que me late en el corazón.
[…] Nuestros tiempos de mujer son cíclicos. Reconocerlos y vivirlos en sus múltiples posibilidades constituye un camino de expansión, buceo en las propias características y conocimiento de una misma. El túnel […]
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