Una calle sin nación ni patria desnuda de intención y somnolienta de esperanza se abre ante mí. Desconozco sus meandros, necesito tus mapas dibujados en papel de lienzo, atolondrados, desprolijos y exactos.

El viento sopla … Sí, ya es hora de partir. Mi brújula guía la próxima estación, aprieto mis manos. Saludo al silencio que late una lagrima cúbica … nunca verás mis orillas de mar.

Allá lejos una mujer despide a la chica que tenía saudades, y sola parte, llevándome en su mirada. Se aproxima el otoño … hay aroma de leña y chimenea … ya es la hora
Exprimo el boceto de esta historia bendita que canta de playas llenas de luz
Rezo la oda a Iemanjá
Danzo el Ave Maria
Oxum me entrega su espejo y susurra: anda
Preparada está mi tropa de toros Pucará reluciente y colorida; un águila serena abre sus alas al elefante de bronce con su trompa hacia el cielo, mientras un Tumi de esmeralda señala el mar

Tañen las campanas …
Sí, lo sé: es la hora.
Diferentes momentos de partes de una vida pueden significar el instante de una decisión. Segundos que condensan el poder de síntesis instalado en acciones. La naturaleza como cuna, como vientre supremo de renacimientos nos sostiene ... estar en ella es también encontrar el centro en mi.

Carolina Chavez para Escuela de Energía Femenina en Movimiento