Cartas no enviadas

Si lo sé, me fui … Me fui. Lo hice para sobrevivir a la selva de cemento que me lamia las entrañas y secaba el corazón; el neón maquillado, sus semáforos incansables, los bocinazos de los autos, los ojos sin miradas me estaban descuartizando viva. Me iba o moría. El nuevo capítulo me necesitaba sola. De mas está decir que las noches se tornaron amigas de mis desvelos; ellas me observaron en el camino de los “si” y los “no” … no hubo grises ni matices. Eras demasiado urbano. Yo, demasiado natural. Ambos orgánicos. Sin miradas, ni abrazo. Sin un…

Riberas

Comienza el otoño a inundar el espacio con su solapada presencia: aromas arrastrando la incipiente humedad del amanecer Mediterráneo, matices rosados abrazados a los fugaces naranjas; cobran nueva vida las piedras grises tiñéndose de un musgo renovado y la cadencia … la suave cadencia que comienza a vibrar en el cuerpo recostándose por dentro de mi piel, explayándose hacia lugares íntimos: te siento, estas llegando … Contigo renace la necesidad de soltarme de la etapa que ya fue vivida, de liberar mis pies de huellas andadas, de amparar mis brazos en vuelos necesarios. Contigo me sumerjo nuevamente en la búsqueda…